Caída libre

Estoy, pero no estoy. Siento y no siento. Me gustaría ser un gato para adquirir su despreocupación total por todo. Si me quedo tirada en mi cama lo único que siento es mi corazón latir muy fuerte, los pies se me ponen fríos, los dedos de la mano siguen ese proceso y un leve pero agudo dolor se apodera de mi cabeza, mientras tanto mi mirada sigue perdida buscando una solución en el blanco techo de mi habitación. Mi cabeza tan caliente y mis manos tan frías, qué mezcla de contrastes... según mi diagnóstico creo que mi corazón está agonizando, está ahogandose en el sentimiento de desconcierto que inunda mi alma. Me gustaría cerrarme y no saber nada ni pensar en nada, ni tener que pensar como afrontar situaciones, pero no puedo hacerlo... siento tristeza que corre por mis venas, se llenaron de pena y ya no tengo sangre. Nisiquiera tengo lágrimas, se han deshidratado antes de salir por los ojos, entonces ¿qué soy? Mi caparazón de caracol se está agrietando y seguramente se romperá en muchos pedacitos dentro de poco... y quedaré indefensa frente a una dura realidad que pretende desgarrar mi integridad.
Pero tengo que sobrevivir, todo lo que pasa se supone que nos hace más fuertes... ¿fuerza? de momento solo soy alguien encerrado en un cuerpo sin expresión, se llama contenerse. Desconocerme y hacerme la que no sé nada, que no siento nada y que mi persona no da señales a los sentimientos... pero esto debería acabarse o explotaré todo en un momento y será peor.
La vida continúa...

0 comentarios: